La mañana del martes 29 de octubre de 2019 Lautaro, como todo chico de 17 años, tendría que haber estado en la escuela. Sin embargo, por algo que sólo sabe él y tal vez algunos amigos, esa mañana Lauti, como le decían, tomó la peor decisión de su vida.
Caminando por una de las calles del tradicional barrio Guadalupe, vio a una señora que iba por la vereda y llevaba una bolsa de papel en la mano. Lautaro, con la mochila de la escuela colgada en la espalda, se puso la capucha del buzo, se acercó corriendo a la mujer y le quiso manotear la bolsa. La mujer se resistió: "no te voy a dar mi bolsa, si querés plata aguantá que te doy".
Lautaro dejó el forcejeo y se empezó a ir... entonces tomó por segunda vez la peor decisión de su vida, y ésta iba a ser la última: volvió a donde estaba la mujer, agarró el dinero que le dio y se alejó al trote. No llegó a la esquina: un disparo en la espalda lo dejó tendido en el piso.
El autor del disparo fue un hombre que estaba casualmente en ese lugar, custodiando un camión de reparto de Coca Cola que se encontraba descargando cajones en un quiosco de la cuadra. El hombre era un policía de la provincia de Santa Fe, que en sus tiempos libres sumaba algún peso más al bolsillo brindando un servicio informal de custodio, portando su arma reglamentaria, el arma reglamentaria que el Estado le otorgó para desempeñar su tarea de policía.
"Tronqui" Olivares estaba hablando por teléfono celular cuando vio una situación extraña. Mientras Lautaro se alejaba le preguntó a la señora si la habían asaltado, la mujer respondió que si. Olivares desenfundó el arma, se puso en posición de disparo y apretó el gatillo. Sin dar la voz de alto, sin identificarse como policía, sin intentar perseguir al sospechoso, y sin medir el riesgo de cualquier vecino que en ese momento podía salir a la calle.
La secuencia quedó registrada por dos cámaras de seguridad de la casa de un vecino de la zona, también policía de la provincia, y fue fundamental para la investigación.
El papá de Lautaro, también policía, se encontraba circulando casualmente por el lugar cuando advirtió un procedimiento policial, y un joven tendido en el piso. No sabía que ese joven era su hijo Lautaro hasta que se bajó del auto y se acercó al lugar.
“Primero pensé que era un accidente de tránsito”, relató Walter en una entrevista brindada en Aire de Santa Fe. “Vi a una persona tendida en el piso con sangre en la espalda, cuando llegaba a la esquina un chico que no conocía, se me acerca y me dice ‘Fijate que es el Lauti, tu hijo, le pegaron un tiro en la espalda’. Me bajé, corrí desesperado y me arrodillé a su lado”.
El hombre intentó calmar a su hijo, a quien ya lo vio al borde de la muerte: “pa, perdoname”, le dijo, mientras Walter lo tomaba de la mano y lo tranquilizaba. “No le cuentes a mamá, no quiero que se preocupe”, le dijo el chico.
Ese martes por la mañana Lautaro tendría que haber estado en la escuela. Su papá, también policía, no encuentra explicación a por qué su hijo hizo lo que hizo: “toda la gente que lo conocía a Lautaro, nadie sale del asombro y nadie se explica por qué. Tenía todo, tenía contención familiar, no tenía que mendigar amor. Es una incógnita que me voy a llevar hasta el día de mi muerte. Me gustaría haber tenido una charla con él para ver si había algo mal para poder revertirlo, pero no tuvo la posibilidad. Me lo voy a preguntar hasta el último día de mi vida, no había necesidad”.
Olivares está en prisión preventiva, aguardando la resolución de la causa, que tras la audiencia preliminar desarrollada esta semana será a través de un juicio oral y público.
Gatillo fácil
Francisco Aldo Olivares fue detenido el mismo día del hecho e imputado al día siguiente por los fiscales Torres y Hernández. La atribución, que fue corroborada por la Cámara de Apelaciones y sostenida este miércoles en la audiencia preliminar, endilga a Olivares haber matado con alevosía y abusando de sus funciones, mediante un disparo efectuado con un arma de fuego calibre 9mm, a Lautaro Joaquín Saucedo, de 17 años.
El crimen ocurrió cerca de las 10:30 de la mañana del martes 29 de octubre de 2019, en inmediaciones de calle Ignacio Risso 2200 de la ciudad de Santa Fe. Lautaro recibió un balazo en la espalda, luego de haber intentado asaltar a una mujer: Olivares efectuó el disparo con su arma reglamentaria, sin dar la voz de alto, sin identificarse como policía, y a casi 50 metros de distancia.
El acusado se encontraba brindando un servicio informal de custodia a un camión de reparto de gaseosas, y mientras hablaba por teléfono advirtió que algo había ocurrido; le preguntó a la mujer si la habían asaltado, y cuando ella respondió que sí, sacó el arma y disparó.El proyectil ingresó en zona lumbar y Saucedo quedó tendido en el piso; falleció a los pocos minutos. Los acusadores sostienen que “esta acción fue desplegada en forma arbitraria y violando los deberes propios su función de miembro integrante de una fuerza de seguridad”.
Entorpecimiento
La investigación permitió determinar que luego de dispararle al adolescente, Olivares intentó “disfrazar” lo sucedido. Los primeros en llegar al lugar fueron los policías de la seccional 8va y personal del cuerpo de caballería. Olivares se acercó a los policías, se presentó como Inspector, dijo que prestaba servicios en la central de comunicaciones de la URV y manifestó haber sido quien efectuó el disparo al joven que se encontraba tendido en el piso. Vestía gorra de color rojo, lentes, una remera gris con detalles en rojo y la inscripción Coca Cola y un pantalón de trabajo de color marrón.
En el acta de procedimiento los policías constataron que, cuando Olivares hablaba con ellos, se acercó otro hombre que manifestó “vos le pusiste la plata al chico que está tirado, vos se plantaste, cuando llegué no había nada” e inmediatamente advirtieron en el piso, al lado del pie izquierdo del joven tendido, dinero disperso que momentos antes no habían visto.
En tanto, Olivares hizo entrega del arma reglamentaria, que portaba mientras custodiaba el camión de repartos, una pistola 9mm, marca Thunder Pro Bersa, con cargador conteniendo 16 cartuchos intactos.
Dos videos
El crimen de Lautaro quedó registrado por dos cámaras de seguridad de una vivienda, donde reside un empleado policial, y que fueron determinantes para esclarecer el hecho. En una de las imágenes se ve que el adolescente se acerca corriendo a una mujer que caminaba por la vereda, e intenta arrebatarle una bolsa de cartón que ella llevaba en su mano; la mujer se resiste y se da un diálogo entre ellos mientras Saucedo comenzó a retirarse. La mujer continúa hablándole, Lautaro vuelve y la señora abre su monedero y le da dinero.
En la otra cámara se ve cómo, mientras Lautaro se retiraba corriendo hacia la esquina, entra en escena Olivares, hablando por teléfono, se dirigió a la mujer, sacó el arma y efectuó el disparo.
El diálogo que mantuvo la mujer con Lautaro Saucedo primero y con Francisco Olivares después, fue detallado por ella al momento de prestar testimonio. El adolescente le dijo: “dame la bolsa”, ella le respondió que no le iba a dar la bolsa, donde llevaba cosméticos que vendía, pero que si quería dinero le daba: “aguantá que te doy dinero”. La mujer agregó que Lautaro nunca mostró ningún tipo de arma, y tampoco la amenazó; estaba apurado y sólo decía “dame la bolsa, dame la bolsa”. Olivares le preguntó si la habían asaltado, y cuando le respondió que sí, sacó el arma y disparó.
Prisión perpetua
La Fiscalía y la querella oficializaron la acusación a Olivares como autor del delito de Homicidio calificado por empleo de arma de fuego, alevosía y por haber abusado de su función como miembro integrante de una fuerza de seguridad (art. 79, 41 bis y 80 incisos 2 y 9 del Código Penal) en perjuicio de Lautaro Joaquín Saucedo.
La acusación así formulada y con los agravantes seleccionados comprende la pena única posible de prisión perpetua. La audiencia preliminar no duró más que una hora y no se presentaron mayores objeciones, por lo cual es esperable que una vez que el juez Busaniche valore la legalidad de lo planteado, la causa se encamine al juicio oral.